martes, abril 18, 2017

CEMENTERIOS

¿A quién visitamos en un cementerio?
¿Memorias, fantasmas, ilusiones?
Cuerpos que se corroen y desaparecen lentamente.
Allí está la muerte, que es falsa, la vida está por doquier.
Nadie muere, ¿como podría morir la vida?
Aquí o allá, reencarnados o en la eternidad, todos viven.
Igual es conmovedora la entrega de las mujeres, que son las que suelen volver una y otra vez al cementerio, a honrar la memoria de sus muertos.
Aquí en el cementerio municipal de Coronel Suárez, mi madre encontró abandonada una cachorra, que recogió, que se convertió en la Pupi y que nos dió 12 años de plena felicidad.
Allá en Buenos Aires, en la Recoleta, visitábamos con respeto y extrañeza el cementerio que queda a un par de cuadras de lo que era el departamento familiar.
En la biblioteca de ese departamento, creo,  yo encontré "Fervor de Buenos Aires", el primer libro de Borges, que me legó mi tío fallecido, seguramente, y que tiene hermosas descripciones justamente del cementerio de la Recoleta.
¿Que fue primero: la impresión que me causó a mi ese lugar, o leerla en un poema de ese libro?
Esa biblioteca y ese libro que me siguen acompañando en otro lugar de Buenos Aires.
-Acá en la bóveda familiar del cementerio, quedan 3 lugares-, nos informó nuestro hermano Francisco a Emilio y a mi. Esos chistes que revelan una verdad profunda.
El humor negro de los cementerios.
La ficción de la muerte.

domingo, abril 02, 2017

SER NADIE




Es rara la vida, extraordinaria como la muerte. Las dos caras de la misma moneda.
La existencia es paradojal.
Me pasé toda la vida buscando la verdad, la encontré en el zen, la encontré en Osho.
Las más altas cumbres de la espiritualidad y el pensamiento filosófico.
Pensamiento filosófico pero no racional. Que llega de la no mente, la no lógica.
Y el zen explicado a través de Osho dice que la verdad es dejar el ego, no tratar de destacarse en nada. Ser nadie, porque ser común, no tener ego, es el máximo logro en la vida espiritual.
Osea: me equivoqué en todo, traté de ser alguien, tuve siempre mucho ego, siempre me creí el mejor y fracasé claro, fracasé en todo.
Este año estuve tomando conciencia y tarde pero seguro, me di cuenta que el mejor ejemplo de lo que pregonan en Oriente era mi viejo.
Un gran tipo, impecable, querido por todos, anónimo, sin otra aspiración que ser un hombre de bien.
Fue rara la despedida, inesperada como casi todo. pero siento que el se fue porque se dio cuenta que yo ya estaba listo, había aprendido la lección.
Y claro, la muerte no existe, no es nada, ni siquiera es mala, habría que festejarla incluso y citando a Cristo: "Los últimos serán los primeros en el reino de los cielos".
El que es nadie acá deja espacio para que entre Dios.
Es perderse para ser una parte del Todo.
Hacia allá fue mi viejo. Y esta es su lección.
Gracias por todo papá querido.